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¿POR QUÉ ME MUERDO LAS UÑAS, DOCTOR?

Entrevista y artículo periodístico a Inés González Carballo, Psicóloga Clínica y Sanitaria, para el Norte de Castilla (versión digital) por Sheila Alonso.

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La psicóloga vallisoletana Inés González Carballo expone las causas y consecuencias de esta mala costumbre y cómo afecta a adultos y niños

Morderse las uñas no es solamente antihigiénico y antiestético, sino que la repetición puede causar daños en los dientes, las encías y en las mismas uñas, que no podrán crecer y acabarán deteriorándose. Según la compañía farmacéutica FaesFarma, morderse las cutículas tiene consecuencias más serias, como que los dientes pueden desgastarse y sufrir deformaciones que alteren su posición natural. Además en las encías se pueden producir infecciones. Quienes se muerden las uñas, para más inri, también pueden encontrarse con que se les forman bolsas de pus, o hinchazón y enrojecimiento causado por la paroniquia. También son comunes las verrugas originadas por el virus del papiloma humano. Inés González Carballo, Psicóloga, expone que «según la frecuencia y la intensidad, las consecuencias de esta mala costumbre serán mejores o peores».


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¿Por qué nos mordemos las uñas?

Según la psicóloga Inés Carballo hay que distinguir entre el mal hábito de morderse las uñas y la onicofagia, la vertiente más patológica, nomenclatura utilizada para diagnósticos. Se refiere al caso más severo que repercute en la salud. Comenta que «pueden acudir diferentes personas a consulta con el mismo síntoma, en este caso morderse las uñas, pero el tratamiento para unos y para otros puede llegar a ser muy diferente, ya que el motivo por el que se ha iniciado esta conducta nunca es el mismo».

En todos los casos, el elemento común, es el mecanismo de desplazamiento por el cual se canaliza parcialmente a través de ese acto problemas laborales, tensiones en la pareja u otros motivos. Siempre hay una situación de ansiedad, de estrés, de angustia, de preocupación, que actúa como precipitante último para estas personas que desvían la atención hacia una parte del cuerpo, conformando de manera visible un conflicto que en origen es psíquico. Pero como es lógico, cada persona lo canaliza de una forma. Continuando en la vertiente patológica, tras llevar a cabo la acción suelen aparecer sentimientos de culpa en contraposición a la imperiosa necesidad inicial de consumar el acto. Esto forma un círculo del que es difícil salir.

«Encontrar casos en consulta con un trastorno como tal de onicofagia no es muy frecuente, aunque sí acudenmuchas personas por temas de ansiedad, rupturas de pareja, problemas en el trabajo y una larga lista», declara Carballo. La gente no lo considera un síntoma para ir al psicólogo, no creen que sea motivo suficiente porque no entienden que detrás de esa conducta de morderse las uñas hay realmente un trastorno psíquico.


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Diferencias entre adultos y niños

Esta patología de carácter psicológico afecta al 15% de la población y al 42% de los jóvenes entre 21 a 25 años, según un estudio a nivel europeo realizado por Ipsos. Según Carballo, «suele aparecer en la infancia o adolescencia».

No obstante, con estos datos aún queda una pregunta sin responder: ¿Por qué los niños que son inocentes y no conocen de preocupaciones laborales o sentimentales comienzan a morderse las uñas? Carballo confiesa que «los niños pueden tener procesos depresivos sin que nosotros nos demos cuenta porque su manifestación de ansiedad es muy diferente a la de un adulto». La suelen expresar con rabietas, terror nocturno, fobias y otras reacciones ocasionadas por normas familiares muy rígidas, presión en el colegio... ¡Es otro mundo!

«Las pautas que deben seguirse para erradicar esta costumbre no sirven de nada si no entendemos la causa» explica la Psicóloga Inés Carballo. Existe un tratamiento básico de exposición con prevención de respuesta en el que la persona se enfrenta a la tentación de la situación bajo supervisión clínica evitando en todo momento evitar llevar a cabo el acto (morderse las uñas) y trabajando a la vez los niveles de ansiedad hasta que estos disminuyen progresivamente. No obstante es una manera superficial de tratar el trastorno, lo recomendable es, una vez que se ha roto con el hábito instaurado, resolver el conflicto o la angustia que le han llevado consciente o inconscientemente a él.

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