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CÓMO EMPEZAR BIEN EL AÑO NUEVO

Entrevista a Inés González Carballo, Psicóloga Clínica, para Radio Televisión Castilla y León (RTVCyL) en el programa 'Vamos a Ver', magazine de tarde en directo.

Inés González Carballo, Directora del Gabinete de Psicología I.G.C., analiza cómo empezar bien el año nuevo.


1. Volver a la rutina después de las fiestas… ¿Es frecuente la crisis post-vacacional?

Volver a la rutina después de un periodo vacacional se puede llegar a hacer muy cuesta arriba ya que supone intercambiar ocio por trabajo y eso siempre, en mayor o menor medida, cuesta. No obstante, el fin de las navidades no suele ser un periodo que desencadene una fuerte crisis post-vacacional, pues hay que partir de la base de entender lo que suponen estas fechas para cada uno. Para quienes no esperaban con ilusión las navidades, su fin es motivo de alegría pero lo curioso es que también lo suele ser para buena parte de quienes, sin embargo, sí deseaban su llegada pues han quedado tan “saciados” de celebraciones, reencuentros, comidas, regalos y excesos que terminan agradeciendo una vuelta a la normalidad y a la rutina.

Los que más echan de menos dejar atrás las navidades son, sin duda, los más pequeños, para ellos todo lo que rodea a estas fechas es bueno (vacaciones sin ir al cole ni hacer deberes, el espíritu navideño, los villancicos, la familia reunida, Papá Noel, los Reyes Magos, mayor permisividad en los horarios, etc.) de ahí que en los últimos días festivos sea conveniente ir metiéndoles de nuevo en una rutina que les empiece a conectar con la vuelta a las clases ¿Cómo? dedicando un rato a repasar las últimas materias dadas, hablando con ellos de la vuelta al cole y acostándose antes. Lo que se pretende a través de este tránsito de los últimos dos o tres días es irles metiendo en la dinámica escolar progresivamente sin que les suponga un corte brusco y desagradable.


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2. Propósitos de año nuevo… ¿Por qué nos resulta tan difícil cumplirlos? ¿Es falta de voluntad?

Marcarse propósitos de año nuevo es una práctica muy habitual, sin embargo, a pesar de lo frecuente de esta costumbre tan solo el 12% de las personas consiguen cumplirlos ¿Por qué? Es evidente que algo falla y, por lo tanto, es bueno analizarlo. Estos son algunos de los errores más comunes que nos impiden conseguir nuestros propósitos con éxito:

Demasiados propósitos. Nos hacemos una larga lista de propósitos, tan larga que implicaría dedicar un esfuerzo muy intenso para conseguirlos (dejar de fumar, empezar a ir al gimnasio, encontrar pareja, mejorar el nivel de inglés, comer más sano, no beber tanto, etc. ¿quién es capaz de conseguir todo eso a la vez?). Al imponernos tantas cosas desistimos en el intento por vernos abrumados y, es que, “quien mucho abarca, poco aprieta”.

Propósitos muy abstractos. Muchas veces pecamos de marcarnos propósitos muy generales, poco concretos (por ejemplo: ser mejor persona). Ante la amplitud del propósito no somos capaces de encontrar en el día a día maneras de ponerlo en práctica, de concretarlo, y terminamos olvidando la buena intención con la que inicialmente nos lo propusimos.

Propósitos irreflexivos. es decir, no se han pensado bien. Esto implica que, en algunos casos, los propósitos de nuevo año que nos marcamos responden a impulsos del momento que no han sido procesados ni planteados desde la calma (lo que les convierte en motivaciones pasajeras y poco duraderas). Por otro lado, esta irreflexividad lleva en ocasiones a no anticipar las dificultades que puedan surgir y que, sin duda, surgirán (si no surgieran dificultades a la hora de conseguirlos no serían propósitos sino acciones normales y corrientes que no nos costaría llevar a cabo).

Planteados en términos absolutos. Hay que huir de todo propósito que lleve las palabras “nunca más”, “a partir de ahora siempre”, etc. La extrema rigidez es enemiga del éxito. La manera en la que uno se formula el propósito determina el margen de error que admite durante el proceso. Márgenes muy estrechos generan frustración ante pequeños tropiezos e intolerancia al fracaso.

Impaciencia por los resultados. Un error muy frecuente es no tener en cuenta los tiempos. Queremos algo y lo queremos ya. Lógicamente la mayoría de las cosas requieren un tiempo, un proceso. Si no somos capaces de tener en cuenta los tiempos vamos a frustrarnos a la primera de cambio pues veremos que toda esa ilusión inicial se desvanece al tardar más de lo pensado en obtener resultados visibles.

No motivacionales. Aquí la pregunta clave que hemos de hacernos es ¿elegimos los propósitos verdaderamente por nosotros o porque es lo que se supone o espera de nosotros? Si el propósito es una obligación, con toda seguridad que su logro va a ser mucho más difícil, sino imposible, en la mayoría de los casos.


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3. ¿Qué podemos hacer para cumplir los propósitos que nos marquemos?

Lápiz y papel… parece sencillo y, en el fondo lo es, pero hay que tomar buena nota de las siguientes claves:

Tómate tu tiempo. Escribe tus propósitos (sí, ¡por escrito!) pero no tengas prisa en redactar todo ya. Dedica tiempo a solas y desde la tranquilidad. Es importante que los cambios que decidas hacer en tu vida sean realmente deseados por ti y se encuentren al margen de presiones externas.

Encuentra tu momento para comenzar. Una cosa es reflexionar y escribir los propósitos del nuevo año y otra muy distinta que la fecha de inicio sea por imposición el 1 de enero. Muchas veces los propósitos fracasan porque no se comienzan en el momento adecuado. Ese momento debe ser elegido por uno mismo de manera premeditada, debe tener sentido interno para cada uno y partir de la motivación individual más que de una fecha estipulada. No importa si es el 1 de enero, el 4 de febrero o el 7 de marzo, lo importante es hacerlo en el momento adecuado. Pensemos el comenzar una dieta justo antes de irnos de vacaciones (va a ser mucho más complicada de seguir por las comidas fuera); pensemos ahora en dejar de fumar justo tras una ruptura de pareja o en pleno momento de mayor carga laboral (mucho más duro sobrellevar la abstinencia de la nicotina ante el estrés de los acontecimientos que estamos viviendo); y si queremos empezar una rutina de entrenamiento saliendo a correr a mediados de noviembre (se complica la continuidad si nuestra fecha de inicio coincide con las bajas temperaturas y nieblas), etc. El momento elegido para comenzar debe facilitar el éxito, no dificultarlo.

Simplifica: menos propósitos, más éxito. Tras redactar la lista, simplifícala. Sería genial poder conseguir todo pero hay que ser realistas, lo ideal es centrarse en un máximo de tres propósitos. Más de tres dificulta mucho la consecución de los mismos. Esto no quiere decir que el resto de propósitos se vayan a dejar de lado y queden sin cumplir si no que, en vez de contemplarles todos en paralelo, es decir, a la vez, se llevarán a cabo en serie, es decir, de manera secuencial tras la consecución de los primeros.

Divide: sub-propósitos de los propósitos. “Divide y vencerás”. Hay metas que, por sí mismas, no son alcanzables a menos que las fragmentemos en otras más pequeñas y adecuadas. Por ejemplo, si alguien se plantea ser mejor persona… ¿cómo se consigue eso? Necesitamos operativizar y subdividir en pequeñas metas. En el ejemplo que hemos planteado, algunas de esas metas podrían ser: criticar menos, ayudar más, no quejarse tanto, etc.

Maneja los tiempos. Una vez reflexionados los propósitos hay que tener en cuenta el “timing”, es decir, los tiempos para lograr lo que nos hemos propuesto. Cada propósito requiere subdividirle en pequeñas metas semanales o mensuales que tengan como resultado final lograr nuestro propósito en la fecha final marcada. Por otro lado, los tiempos deben ser realistas y ajustarse a cada persona en función de diferentes variables.

Sé flexible durante el proceso. Es importante premiarse por los logros y avances de los sub-propósitos pues te van acercando a lograr tu verdadero propósito, pero también resulta necesario contemplar pequeñas caídas y retrocesos dentro del proceso, es normal que ocurran, aceptarlo desde el principio ayuda a superar más rápido esos momentos. Nunca se da una consecución perfecta, el modo de avance siempre suele responder al ritmo de tres pasos para delante y uno para atrás (ese “paso para atrás” puede ser un retroceso nuestro, una circunstancia externa que nos lo dificulta o alguna variable que no contemplábamos antes de empezar).

Mide los resultados. Es muy útil poder baremar y cuantificar nuestros logros parciales, esto nos ayuda a no perdernos en el camino y a seguir avanzando en la buena dirección viendo resultados medibles. Tener un referente es siempre una buena idea para saber cómo lo vamos haciendo o si es necesario recalcular ruta.

Psicólogo ValladolidRecordatorios visibles. Debemos tener recordatorios de nuestros propósitos de manera visible, todas aquellas “señales” que coloquemos para que nos empujen a seguir esforzándonos (desde el fondo de pantalla del móvil, algún post-itinspiracional pegado en el espejo del baño o una alarma semanal. Suena muy “adolescente” pero realmente ayuda y es efectivo), todo lo que se nos ocurra ayuda para evitar olvidarnos que el esfuerzo que estamos haciendo merece la pena y se verá recompensado.

Comparte con los demás tus propósitos. Es algo que nos hace ser más coherentes a la hora de mantener nuestra palabra y cumplirlos. Sin embargo, es importante poner límites ya que esta información que damos nunca se debería convertir en presión externa con preguntas constantes sobre cómo lo llevamos o hasta dónde hemos conseguido.


4. ¿Cómo empezar bien el año? ¿Alguna receta?

Receta de “varita mágica”… ¡ninguna! El gran secreto pasa por tener claro lo que queremos y encontrar metas que realmente nos motiven, solo así será fácil hacer el esfuerzo y sencillo mantener la constancia. Pocas cosas se consiguen sin ilusión. Por lo tanto es muy importante que cada año pongamos todas nuestras fuerzas no simplemente en tener uno o varios propósitos, sino que estos sean capaces de darle un nuevo sentido a nuestra vida (o a continuar y fortalecer el sentido que ya tenía si nos hacía sentir felices) ¿cómo? Con propósitos encaminados a la autorrealización. El principal motivo por el cual no llegamos a cumplir lo que nos proponemos es porque no encaja con nuestra actual filosofía de vida o porque, en el fondo, no nos compensa hacer ese cambio ya que es más costoso el precio del esfuerzo que el valor que otorgamos a sus resultados. Esto no ocurre si los propósitos encajasen con el sentido que queremos dar (o renovar) a nuestra camino personal, en este caso se transformarían en algo estimulante y enriquecedor, capaz de hacernos disfrutar no solo de la meta sino también del proceso. ¿Qué pasa cuando disfrutamos también del camino? Que por muchos tropiezos que haya no desistimos, siempre seguimos hasta el final.

Psicólogo Valladolid Invertir en tiempo para conocernos mejor es el primer paso para que los propósitos que nos marquemos no sean solo eso, meros propósitos, si no que cobren un nuevo sentido coherente con nuestros valores y, si la hubiera, con una necesidad de replanteamiento personal. Muchas veces, detrás de todo proceso de introspección llega (para quedarse y asentarse) un estado de satisfacción y autorrealización. Por lo tanto, lo realmente importante es dar sentido a nuestra vida (y aquí cada uno es el responsable de encontrar ese sentido de una manera distinta).


5. ¿Cuáles son las claves para sentirnos bien y cuidar nuestra salud mental en este año?

El estilo de vida que llevamos no afecta únicamente a nuestro cuerpo sino que también afecta, por supuesto, a nuestra mente. De hecho, no somos mente y cuerpo como cosas distintas, somos lo mismo, somos una misma persona y por lo tanto es absurdo continuar pensando que lo físico no afectará a lo psíquico ni a la inversa. Por suerte, ese pensamiento es ya algo científicamente obsoleto, sin embargo, muchas veces nuestro comportamiento sigue funcionando como si desconociéramos las consecuencias de separar lo físico y lo psíquico. Aquí algunas de las claves tan conocidas como desatendidas:

Descansar lo suficiente. Infravaloramos la necesidad de descanso de nuestro cuerpo. Al meternos en un bucle de intensa actividad (no solo física, ¡también psíquica e intelectual!), la necesidad de sueño queda a veces inhibida y vamos generando un déficit de descanso que se transforma en diferentes síntomas psíquicos (irritación, nerviosismo, mal humor, cambios bruscos de estado de ánimo, mala memoria, déficit de atención, aumento del hambre, mayor uso de sustancias excitantes como café y tabaco, etc.)

Hacer ejercicio físico. El ejercicio físico de manera continuada es un poderoso antídoto (¡natural!) contra el estrés, la sintomatología ansiosa y la depresiva. Lo ideal para generar las endorfinas responsables de estos cambios son unos 30 minutos entre 3 y 4 veces por semana pero introducir pequeños momentos en la rutina diaria como subir en escaleras en vez de ascensor o caminar algo más, puede ayudar también a provocar unos efectos similares, aunque algo más atenuados.

Buena alimentación. Una alimentación sana no es comer alimentos que “no engorden”, sino comer de todo cuidando la manera en la que son cocinados e intentando evitar los conservantes, colorantes, edulcorantes químicos, exceso de alcohol, etc. También es importante hidratarse lo suficiente (al menos un litro y medio de agua al día). Las restricciones alimenticias no son buenas ni para nuestro cuerpo ni para nuestra mente.

Luz solar. La luz del sol, también la de invierno, es buena tomada en su justa medida (centrándonos únicamente en el hábito saludable y dejando al margen el componente estético de buscar una piel más blanca o más morena). Un paseo de 10 o 15 minutos al día es suficiente para obtener la fuente de vitamina d y todos sus beneficios físicos y psíquicos.

Psicólogo ValladolidConvertir el tiempo libre que tengamos en una prioridad. Es el momento de uno mismo, ¿qué puede haber más importante que promover sanamente nuestro bienestar? La clave con ese tiempo libre que tenemos es que realmente le disfrutemos. Da igual el plan, la actividad o la ausencia de la misma si lo que con ello conseguimos es sentirnos bien, invertir en nosotros, desconectar y recargar fuerzas. Momentos de descanso y soledad en armonía son una necesidad de primer orden que puede pasar una factura muy cara tener desatendida.

Relacionarse solo con gente que merece la pena. Las relaciones sociales de calidad mejoran nuestro estado de ánimo, elevan nuestra autoestima, sentido de competencia e identidad personal. Tener a esas personas cerca con las que uno encaja sin hacer esfuerzos y no tiene que hacer artificios para buscar la aceptación son compañías que merece la pena cuidar y conservar.

Perder el miedo al cambio, romper con la rutina y dar rienda suelta a la creatividad. Trabajar la flexibilidad es una garantía de éxito en nuestra vida porque, por mucho que nos empeñemos, las cosas cambian, su tuercen, vienen, se van, llegan otras nuevas, etc. La flexibilidad nos permite movernos mejor y adaptarnos más fácilmente a las circunstancias que no dependen de nosotros. Ser creativos es conectar con nuestra parte emocional, con lo que nos conecta realmente a lo que somos y sentimos.

Relajarse y meditar. Esto ayuda al cerebro a lidiar con situaciones estresantes, nos permite centrarnos en el momento presente y focalizar nuestra atención en lo que nos rodea. La relajación disminuye los efectos dañinos del estrés, reduce la tensión muscular, mejora síntomas psicosomáticos y el autocontrol y, por supuesto, nos hace sentir mejor con nosotros mismos.

Desterrar todo lo que nos hace daño. ¿tenemos alguna relación tóxica?, ¿aceptamos compromisos poco agradables?, ¿permitimos a alguien que nos hable mal?, ¿nos implicamos en actividades/planes que realmente no nos gustan?, ¿consentimos trabajar más horas sin ser estas remuneradas?... En algún momento hay que plantarse y decir ¡stop! a todo lo que nos genere estrés innecesario y nos haga daño sin obtener beneficio. ¿Por qué no empezar ya?


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