Entrevista a Inés González Carballo, Psicóloga Clínica, para Radio Televisión Castilla y León (RTVCyL) en el programa 'Vamos a Ver', magazine de tarde en directo.
Inés González Carballo, Directora del Gabinete de Psicología I.G.C., analiza cómo influye en nosotros el paro.
1. ¿AFECTAN IGUAL TODOS LOS DESPIDOS LABORALES?
Un rotundo no. El grado de afectación depende de varios factores:
En primer lugar de lo importante que fuera ese trabajo para la persona. Si su trabajo le permitía realizarse y formaba parte de su identidad la pérdida va a ser mucho más dolorosa, incluso se podría llegar a hablar de “duelo” (palabra no reservada exclusivamente para la pérdida de un ser querido). Sin embargo, si el trabajo era algo no vinculado a su identidad (no era vocacional ni le realizaba) la pérdida no va a ser tan dura.
En segundo lugar, depende del tipo de despido. No es lo mismo un despido en masa que un despido único. En los despidos en masa se diluyen responsabilidades y se asocia a políticas de la empresa, a la economía del país, etc. es decir, no se atribuye una intencionalidad directa hacia el empleado despedido ni por haber hecho mal su trabajo con lo cual la autoestima se puede preservar. Sin embargo, en un despido individualizado, aquel en el que por motivos concretos y personalizados se prescinde de su trabajo sí hay daño a la autoestima porque supone vivir un rechazo, una falta de valoración y un sentimiento de “ser prescindible”. Esto es duro ya que, aunque en ocasiones sí es verdad que el empleado ha hecho algo lo suficientemente mal como para ser despedido, en otras ocasiones responde también a “políticas de empresa” al igual que el despido en masa pero aquí la persona no puede atribuirlo a ello y siente que el rechazado es solo él/ella.
En tercer lugar depende de la edad. Un despido a una edad joven se puede vivir de manera más intensa al principio y con una reacción más dramática pero con una recuperación más rápida y con menores consecuencias psicológicas ya que existe el sentimiento de tener toda la vida por delante y ser joven para encontrar algo. Los despidos en población joven fomentan el estancamiento, la no madurez (¡que no inmadurez!) de la persona y la dependencia instrumental (económica/material) de su familias o pareja ya que no están pudiendo desarrollar la autonomía y responsabilidad que por edad cronológica y etapa vital les tocaría vivir. En un despido a una edad más avanzada, aunque se reacciona mejor ante la noticia, el impacto tras ella puede ser peor ya que tanto las difíciles condiciones a la hora de encontrar otro empleo como la necesidad imperativa de sacar adelante responsabilidades asociadas a su vida personal (crianza hijos, pago hipoteca, gastos diarios, etc.) hacen surgir angustia, impotencia, desesperanza y, en algunos casos, depresión.
En cuarto lugar, depende de la sostenibilidad económica que tenga la persona o la familia. No es lo mismo el despido de una persona la cual toda su familia depende de ese sueldo, que el despido de una persona en una familia en la que hay dos sueldos, en la que tienen unos ahorros importantes en el banco o en la que sus familias de origen pueden echar una mano sin problema. El grado de presión es completamente distinto pues, aunque el despido se viva mal en ambos casos, en el primero hay un elemento objetivo angustiante: la propia supervivencia de la familia (vinculada a la impotencia de no encontrar un trabajo más a la imposibilidad de recibir ayuda externa).
2. ¿QUÉ REPERCUSIONES PSICOLÓGICAS TIENE ESTAR EN PARO?
En función del tipo de desempleo tendremos unas consecuencias más agudizadas que otras. Al principio, y si la persona estaba “quemada” del trabajo, el despido suele vivirse como un descanso, una especie de vacaciones. Esta etapa durará desde unos días a unos meses (más duración a mayor desgaste emocional o agotamiento en el trabajo) llegando tras ella una etapa de toma de contacto real con la situación, la persona se ve a sí misma como desempleada y se cuestiona los motivos, pudiendo surgir aquí ya sentimientos de fracaso, culpa, tristeza o rabia (sentir esto es algo normal y, como pérdida que supone, hay que elaborarla). Una vez aceptada la situación a nivel emocional entramos en la siguiente etapa: el momento de buscar trabajo desde una nueva óptica y perspectiva reciclada. El problema aquí viene cuando los sentimientos anteriores no se superan o se superan a medias de tal manera que continúan interfiriendo en la persona.
Las áreas que principalmente se ven afectadas son:
Identidad y autoestima. La identidad es algo que se forma con el tiempo. Nos sentimos útiles y valiosos, en parte, debido a las actividades que desempeñamos. Cuando a una persona se le priva de realizar una ocupación remunerada, el sentimiento inconsciente que le es devuelto es el de “no sirves, no vales, no eres útil, no te queremos”. Esto es un problema importante porque, la identidad de la persona se había forjado en base a todo lo contrario (sentimiento de servir, valer, ser útil y querida) y, al prescindir de ese feedback positivo desde el área laboral, el esquema personal se ve afectado pudiendo incluso llegar a cambiar.
Ocupación y actividad. Mantenerse activo y ocupado es una de las principales motivaciones para trabajar, y uno de los mayores costes psicológicos de estar desempleado es, precisamente, el de la inactividad. La situación de desempleo está asociada a mayor insatisfacción con la forma en que se organiza y estructura el tiempo y las actividades diarias. La paradoja es que precisamente al tener “todo el tiempo” se acaba perdiendo casi todo el tiempo y al no haber obligaciones, nada parece urgente, nada resulta prioritario.
Relaciones familiares (pareja e hijos). Las relaciones familiares se resienten en primera persona. Muchas veces, fuera de casa hay que aguantar el tipo, hay que mantener la compostura pero es dentro de casa cuando uno se permite ser quien es y expresar lo que siente. La familia es la que de verdad sufre las consecuencias del desempleo y se encuentra con el dolor. Hay que intentar cultivar momentos buenos en familia, buscar soluciones conjuntas más que hacer reproches y, si hay hijos, intentar hacerles partícipes de la situación (no ocultarles) pero sin hacer un drama al respecto y adecuando lo que se les dice a la edad que tienen (no a todas las edades se puede proporcionar
la misma información). Hay que seguir haciendo planes en familia e intentar generar buenos momentos. También hay que evitar cargar de presión o agobio por encontrar trabajo. La persona parada ya es consciente de la presión que supone por lo que no necesita presión extra. Hasta que encuentre trabajo puede ocupar algún rol de utilidad en la familia .
Relaciones sociales (compañeros y amigos). Disminuyen debido tanto a la falta de recursos para hacer planes como a la vergüenza o deslegitimación de la persona. En la medida de lo posible, hay que seguir saliendo, hay muchos planes que se pueden hacer sin dinero y, si lo que se teme es la presión del entorno preguntando si ya se ha encontrado trabajo, es mejor decirles que, por favor, no pregunten del tema, que cuando uno tengas novedades las trasladarás gustosamente. Esto es importante ya que muchas veces se evita relacionarse debido al bombardeo de preguntas incómodas que puedan caer (pues aunque se hagan desde la buena intención, acaban agobiando).
3. ¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE PARA LA SALUD FÍSICA DE LA PERSONA?
Las personas que se encuentran desempleadas acuden 10 veces más de media al médico de cabecera (plano físico) y desarrollan sintomatología ansioso-depresiva en un 40% de los casos (plano psíquico). La salud se resiente en general, ya estemos hablando de salud mental (autoestima, identidad, estado de ánimo) como de salud física (mayor percepción de dolencias, sistema inmune más debilitado, etc.)
Los efectos del paro en la salud de la persona son más acusados cuanto más tiempo se lleve en una situación de desempleo. A partir del primer año podrían aparecer las primeras manifestaciones, siendo algunas personas más propensas a sintomatología física (psicosomática) y otras a sintomatología psíquica.
Aumento de enfermedades crónicas. El estado anímico merma la salud en general y, si bien no es causa directa, si se asocia con el desarrollo o mayor prevalencia de diabetes, hipertensión y problemas cardiovasculares.
Deterioro cognitivo. El desempleo genera problemas hasta en más de doce tipos de procesos cognitivos diferentes. Los más frecuentes se manifiestan en mayores dificultades a la hora de: necesitar más tiempo para hacer las mismas cosas que antes; concentración y memoria; comenzar tareas; mantenerse mentalmente activo; tomar decisiones; comprender con rapidez lo que otras personas dicen o lo que se lee en los periódicos/libros; cometer más errores en las conversaciones; equivocarse con las operaciones económicas de compras realizadas, etc. Estas medidas estaban asociadas con la duración del desempleo y con la edad. Los trabajadores que llevaban más tiempo sin trabajo y aquellos de edades medias revelaban mayor déficit de carácter cognitivo.
Correlación entre el desempleo y un menor nivel de bienestar psicológico así como una menor satisfacción con su vida presente, lo que afecta también a la salud física/orgánica. Informes publicados en diferentes sociedades europeas en los que se establece que esta correlación es independiente tanto del tipo de categoría profesional que tuvieran las personas como del nivel económico del que pudieran permitirse mantener tras el despido. El menor nivel de bienestar psicológico y de satisfacción con la propia vida lleva a descuidar diferentes aspectos como la alimentación, horas de sueño, ejercicio físico, consumo de sustancias, etc. que a su vez generan diferentes patologías físicas repercutiendo en la salud física de la persona.
4. SOBRECARGA LABORAL, LA OTRA CARA DE LA MONEDA.
Cuando hablamos de desempleo nos centramos en el propio paro, en la persona sin trabajo, pero el desempleo es algo que afecta más allá. Si el principal motivo del paro y la precariedad laboral es la falta de solvencia económica de las empresas, algo que les lleva a prescindir de empleados para ahorrar gastos, no nos damos cuenta de que la cantidad de trabajo a sacar sigue siendo muy parecida (en algunos casos incluso más), solo que ahora tienen que hacerla frente entre un menor número de personas, lo que implica que todos los trabajadores se van a ver afectados ya que, o bien han sido despedidos, o bien no lo han sido pero se ha duplicado su trabajo para ahorrar los costes de nuevos contratos.
La sobrecarga laboral puede llevar, entre otros, al síndrome de burnout (“estar quemado en el trabajo”) cuyas principales manifestaciones son: agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal en el trabajo. Quienes se encuentran con una sobrecarga excesiva a nivel laboral sienten que no tienen derecho a quejarse ya que, a diferencia de otras personas, ellos sí tienen trabajo (esto ocurre sobre todo si en su entorno hay personas desempleadas) pero resulta totalmente dañino pues se desestima el impacto negativo que es vivir con una presión laboral tan fuerte y no poder tener la compresión de personas cercanas ya que a veces más que apoyar culpabilizan una actitud tan crítica ante un hecho tan (supuestamente) bueno como es estar empleado.
Por lo tanto, es importante reflejar y advertir que la sintomatología de una persona en paro y la que desarrolla una persona con estrés y sobrecarga laboral son muy parecidas, lo que demuestra una vez más que ni el exceso ni el defecto son sanos para la salud.
5. ¿CÓMO AFRONTAR EL DESEMPLEO? (PAUTAS)
Reciclarse. Hay veces que un despido es una oportunidad para tomar distancia con la trayectoria que se estaba siguiendo para poder valorarla y después reconducirla si se estaba desviando o potenciarla (si estaba bien encarrilada). Reciclarse implica mejorar el perfil profesional para actualizarlo, mejorarlo y ser más competitivo.
Mantener una rutina activa. Levantarse pronto, vestirse desde primera hora, etc. Es muy importante que, hasta que la persona encuentre de nuevo trabajo, se ocupe de algo que le haga sentir bien consigo misma. Esto es así porque el trabajo (conscientemente en unos casos o latentemente en otros) nos devuelve una imagen de ser valiosos, útiles
e importantes en lo que hacemos, algo que hay que suplir en una situación de desempleo mediante otro tipo de ocupaciones y responsabilidades.
La búsqueda de trabajo tiene que convertirse en su trabajo y hay que intentarlo como un reto bonito.
Relacionarse y hacer networking. La persona desempleada corre el riego de sentirse aislada, especialmente si su entorno social estaba vinculado a su puesto de trabajo. Quedar con antiguos compañeros es positivo.
Cambiar la actitud, reposicionarse frente al cambio para transformar una situación impuesta desde el exterior en una oportunidad de crecimiento personal.