Intervenciones en medios de comunicación

Intervención de Inés González Carballo, Psicóloga Clínica, para Informativos TVE1.

Cada niño, al igual que cada adulto, es un mundo y, por tanto, no podemos generalizar afirmando que las cosas les afectan a todos por igual o de la misma manera. Sin embargo, está claro que esta situación presenta una serie de posibles y potenciales consecuencias para el niño, tanto por su edad como por su desarrollo evolutivo:

- Consecuencias físicas: irritación, frío, mal olor, incomodidad…
- Consecuencias emocionales:baja autoestima, culpa, sentimiento de inferioridad, miedo…
- Consecuencias sociales (con compañeros): señalamiento, comparaciones, bullying, rechazo…
- Consecuencias futuras: fobias, ansiedad social, desconfianza (a no ser ayudado), dificultad para crear vínculos…


Las consecuencias variarán en función de cada situación familiar ya que no es lo mismo una familia en la que uno de los dos padres no trabaje y pueda desplazarse, o que puedan acompañar los abuelos, a otra familiar en la que la situación laboral/profesional impida acudir a los padres. Las principales consecuencias para la familia son:

- Ansiedad y estrés por tener que encargarse del cambio y no tener posibilidad de conciliación ni compatibilidad con su trabajo.
- Culpa por sentir que no lo han hecho bien como padres ya que otros niños sí controlan esfínteres (cosa que en muchas situaciones tiene que ver únicamente con el desarrollo madurativo del niño, no con la manera de gestionarlo de los padres).
- Enfado hacia su hijo cuando la situación se repite ya que en algunos casos consideran que el niño no se esfuerza lo suficiente.
- Relación de dependencia padres-hijo ya que siempre que se hace pis los padres van y puede terminar condicionándose como un reclamo de su presencia.


Aunque no es su cometido, muchos maestros cambian al niño, lo que les obliga a desatender al resto de la clase durante unos minutos dejándoles solos. Teniendo en cuenta que son niños de 3 a 6 años, supone realmente un problema. Por otro lado, el papel del maestro es forma y educar, no cambiar la ropa a un niño que no controla todavía sus esfínteres por lo que se ven ante una situación incómoda a la que no saben bien cómo afrontar (también por miedo a verse con un menor, a cambiarle de ropa interior y que esto pueda ser visto como acoso sexual, “tocamientos” mal entendidos, etc.).

Una solución es introducir en los centros la figura del “auxiliar”, para que haga labores complementarias a las de los profesores en relación a atender y cambiar a los niños que lo necesiten. Sin embargo, desde educación se considera que estos casos son puntuales y que los profesores se encargan, algo que queda a criterio del centro educativo, de la familia.

Los colegios que cuentan con la figura del auxiliar son aquellos que tienen alumnos con un informe de necesidades educativas especiales del orientador o el psicólogo. Pero, los niños que no tengan un informe de necesidades especiales no se le puede atender.

Hay que respetar la evolución natural del niño. Su ritmo madurativo debe ser tenido en cuenta sin ser alterado, forzado o acelerado ya que el control de esfínteres es un hito evolutivo infantil que debe ser conseguido cada uno a su debido tiempo y sin presión, culpa, miedo o sufrimiento. Intentar que todos los niños estén preparados a la vez (algo realmente imposible porque todos los niños que comienzan en septiembre han podido cumplir los tres años el pasado enero o tenerles por cumplir el próximo diciembre por lo que la variabilidad es grande) es imposible y responde a una necesidad del mundo adulto más que del propio niño.

Cosa bien distinta es cuando se convierte en una patología, ahí hablamos de eneuresis, o pérdida de control de la orina (diagnosticada la diurna a partir de los 4 años de edad y la nocturna a partir de los 5 años de edad, teniendo en cuenta siempre la presencia de otros criterios) y encopresis, o pérdida del control de las heces (diagnóstico a partir de los 4 años de edad, teniendo siempre en cuenta la presencia de otros criterios).

Entorno a un 15% de los niños menores de 5 años pueden tener algún episodio aislado.


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